miércoles, 19 de octubre de 2011

La Interpretación

Nada hay igual a la sensación que se siente cuando estas encima de un escenario, en un teatro repleto de gente que te escucha, aunque tú, debido a los focos no les puedas ver. Es la sensación de comunicación con el ser humano que tenemos dentro, y la comunicación entre un conjunto de personas. Ambos valores en esta sociedad más tecnológica y más superficial cada día están desapareciendo. ¿Cuando fue la última vez que estuvimos delante de un acontecimiento ni social ni televisivo, si no cultural, con tanta gente prestando atención? ¿Cuando fue la última vez que empatizaste con un personaje, o una situación? Eso es lo que te da la actuación, la herramienta para combatir con el frío que “acartona” a las personas. El poder transmitir una emoción es lo que hace mágica esta profesión. El poder contribuir a que una persona se emocione, ría, llore, se asuste, preocupe, o enfade.
Por eso quiero transmitir desde aquí mi respeto hacia esta profesión que siempre he amado, y en la cual me acuno entre sus brazos desde los 3 años. Este trabajo tan serio como el que más, con una disciplina a veces abrumadora, donde no da igual como te sientas, ni física ni emocional ni psicológicamente; tienes que trabajar con ello. Tienes que entregar tu corazón y ser honesto, arriesgarte y saber que no siempre vas a gustar, pero sabes que cuando gustes podrás volver a un escenario, a un plató, o a un rodaje y volver a dar vida a una persona cuya existencia debería ser reflejada aunque solo sea en un papel de una frase, o en una Julieta, para transmitir las emociones que sintieron de actuación en actuación, edición en edición y compañía en compañía, hasta que siglos después pueda seguir sientiendose su huella.